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martes, 24 de abril de 2018

EL PATITO FEO


Al igual que todos los años, en los meses de verano, la Señora Pata se dedicaba a empollar. El resto de las patas del corral siempre esperaban con muchos deseos que los patitos rompiesen el cascarón para poder verlos, pues los patitos de esta distinguida pata siempre eran los más bellos de todos los alrededores.
El momento tan esperado llegó, lo que causó un gran alboroto ya que todas las amigas de mamá pata corrieron hacia el nido para ver tal acontecimiento. A medida que iban saliendo del cascarón, tanto la Señora Pata como sus amigas gritaban de la emoción de ver a unos patitos tan bellos como esos. Era tanta la algarabía que había alrededor del nido que nadie se había percatado que aún faltaba un huevo por romperse.
El séptimo era el más grande de todos y aún permanecía intacto lo que puso a la expectativa a todos los presentes. Un rato más tarde se empezó a ver como el cascarón se abría poco a poco, y de repente salió un pato muy alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron perplejos porque este era mucho más grande y larguirucho que el resto de los otros patitos, y lo que más impresionó era lo feo que era.
Esto nunca le había ocurrido a la Señora Pata, quien para evitar las burlas de sus amigas lo apartaba con su ala y solo se dedicaba a velar por el resto de sus hermanitos. Tanto fue el rechazo que sufrió el patito feo que él comenzó a notar que nadie lo quería en ese lugar.
Toda esta situación hizo que el patito se sintiera muy triste y rechazado por todos los integrantes del coral e incluso su propia madre y hermanos eran indiferentes con él. Él pensaba que quizás su problema solo requería tiempo, pero no era así pues a medida que pasaban los días era más largo, grande y mucho más feo. Además se iba convirtiendo en un patito muy torpe por lo que era el centro de burlas de todos.
Un día se cansó de toda esta situación y huyó de la granja por un agujero que se encontraba en la cerca que rodeaba a la propiedad. Comenzó un largo camino solo con el propósito de encontrar amigos a los que su aspecto físico no les interesara y que lo quisieran por sus valores y características.
Después de un largo caminar llegó a otra granja, donde una anciana lo recogió en la entrada. En ese instante el patito pensó que ya sus problemas se habían solucionado, lo que él no se imaginaba que en ese lugar sería peor. La anciana era una mujer muy mala y el único motivo que tuvo para recogerlo de la entrada era usarlo como plato principal en una cena que preparaba. Cuando el patito feo vio eso salió corriendo sin mirar atrás.
Pasaba el tiempo y el pobrecillo continuaba en busca de un hogar. Fueron muchas las dificultades que tuvo que pasar ya que el invierno llegó y tuvo que aprender a buscar comida en la nieve y a refugiarse por sí mismo, pero estas no fueron las únicas pues tuvo que esquivar muchos disparos provenientes de las armas de los cazadores.
Siguió pasando el tiempo, hasta que por fin llegó la primavera y fue en esta bella etapa donde el patito feo encontró por fin la felicidad. Un día mientras pasaba junto a estanque diviso que dentro de él había unas aves muy hermosas, eran cisnes. Estas tenían clase, eran esbeltas, elegantes y se desplazaban por el estanque con tanta frescura y distinción que el pobre animalito se sintió muy abochornado por lo torpe y descuidado que era él.
A pesar de las diferencias que él había notado, se llenó de valor y se dirigió hacia ellos preguntándole muy educadamente que si él podía bañarse junto a ellos. Los cisnes con mucha amabilidad le respondieron todos juntos:
– ¡Claro que puedes, como uno de los nuestros no va a poder disfrutar de este maravilloso estanque!
El patito asombrado por la respuesta y apenado les dijo:
– ¡No se rían de mí! Como me van a comparar con ustedes que están llenos de belleza y elegancia cuando yo soy feo y torpe. No sean crueles burlándose de ese modo.
– No nos estamos riendo de ti, mírate en el estanque y veras como tu reflejo demostrara cuan real es lo que decimos.- le dijeron los cisnes al pobre patito.
Después de escuchar a las hermosas aves el patito se acercó al estanque y se quedó tan asombrado que ni el mismo lo pudo creer, ya no era feo. ¡Se había transformado en un hermoso cisne durante todo ese tiempo que pasó en busca de amigos! Ya había dejado de ser aquel patito feo que un día huyó de su granja para convertirse en el más bello y elegante de todos los cisnes que nadaban en aquel estanque.

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el raton del campo y de la ciudad

Había una vez un humilde ratoncito que vivía muy feliz a en el hueco de un árbol seco. Su casita era muy cómoda y espaciosa, tenía sillones hechos con cáscaras de nuez, una cama con pétalos de flor y cortinas en las ventanas tejidas con hilos de araña.
Cada vez que llegaba la hora de comida para el ratoncito, salía al campo, buscaba jugosas frutas y agua fresca del río. Después, se dedicaba a corretear por la llanura verde o a descansar bajo la luz de las estrellas. Todo era muy feliz para el pequeño ratón.
Una tarde, apareció su primo, el ratón de ciudad. El ratoncito le invitó a almorzar, y preparó una deliciosa sopa de coles. Pero su primo, acostumbrado a los manjares de la ciudad, escupió la sopa tan pronto la probó. “Qué sopa tan desagradable” exclamó.
Con el paso de los días, el ratoncito de la ciudad se cansó de estar en la casa de su primo, y decidió invitarlo a la suya para mostrarle que él vivía en mejores condiciones. El ratoncito del campo aceptó a regañadientes, y partieron rápidamente los dos animalitos.
Al llegar a la ciudad, el ratoncito de campo se sintió muy perturbado, pues allí no reinaba la paz que tanto había gozado en el campo. Los tumultos de las personas, el ruido de los carros y la suciedad de las calles, terminó por alterar a nuestro amiguito, que sólo pudo respirar tranquilo cuando estuvo dentro de la casita de su primo.
La casita era grande, llena de lujos y comodidades. Su primo de la ciudad poseía largas colecciones de queso, y una cama hecha con medias de seda. En la noche, el ratoncito de la ciudad preparó un banquete muy sabroso con jamones y dulces exquisitos, pero cuando se disponían a comer, aparecieron los bigotes de un enorme gato en las puertas de la casita.
Los ratones echaron a correr asustados por la puerta del fondo, pero su suerte fue peor, pues cayeron a los pies de una mujer que les propinó un fuerte golpe con la punta de su escoba. Tan dura fue la sacudida, que quedaron atontados en el medio de la calle.
El ratoncito del campo decidió entonces, que ya era hora de marcharse a su tranquila casita, pues había comprendido que no vale cambiar las cosas lujosas y las comodidades por la paz y la armonía de un hogar.

Versión 2: Cuento del ratón de campo y ratón de ciudad

Entre los árboles de un enorme bosque, vivió una vez un humilde ratoncito, que cada mañana se levantaba feliz a comer, saltar, jugar y hacer todo lo que quisiera. Aquel ratoncito era muy feliz porque tenía todo cuanto pudiese desear. Su casita estaba hecha de hojas secas y su cama era una cáscara de nuez. En las noches, el ratoncito conversaba con su amiga la lechuza y con los primeros rayos del Sol partía todos los días hacia el río para bañarse con sus amigos los peces.
Una tarde, arribó a la casa de nuestro amigo un ratoncito de la ciudad, engalanado con ropas de seda, sombreros de terciopelo y joyas de la más alta calidad. Al ver las condiciones en que vivía el ratoncito de campo, enseguida comenzó a burlarse de él, pero nuestro amigo no hizo caso de aquello, y gustosamente le preparó una merienda, mientras le invitaba a descansar dentro de la casita.
“Eres muy amable, amigo mío. Pero he sentido vergüenza al ver que nada de esto se compara con todas las comodidades que podrías tener en la ciudad. ¿Por qué no vienes conmigo y lo compruebas con tus propios ojos?”, preguntó el ratoncito de ciudad mientras devoraba la merienda de frutos secos y hojas verdes que le había preparado el ratoncito de campo.
Después de una larga charla, el ratoncito de campo accedió a visitar la ciudad de su nuevo amigo, y temprano en la mañana emprendieron el viaje. Luego de recorrer varias horas de camino, los viajantes arribaron por fin a la entrada de la ciudad, y tras avanzar unos kilómetros más terminaron sentados por fin en la casita del ratoncito de ciudad.
“¿Has visto cuánto lujo?”, preguntó el ratoncito de ciudad mientras su amigo observaba con detenimiento todas las joyas de aquella casita. Al cabo de un tiempo, y habiendo descansado un poco, los animalitos sintieron entonces que el hambre los atormentaba, por lo que decidieron salir en busca de comida.
Al llegar a una casa, los ratoncitos treparon por la ventana, y para su sorpresa, encontraron la mesa de la cocina repleta de manjares deliciosos. Carnes, dulces, vegetales, todo cuanto pudieran desear se encontraba en aquel lugar, pero la dicha duró poco para nuestros amigos, pues tan pronto como se disponían a dar el primer bocado, apareció de la nada un gato feroz.
Muertos de miedo, los ratoncitos echaron a correr con todas las fuerzas de sus patas, y cuando estuvieron a salvo, decidieron salir nuevamente en buscar de comida. Varias horas después, el ratoncito de ciudad dio con otra casa, e invitó al ratoncito de campo a colarse por la rendija de la puerta, para luego saltar hasta la mesa donde le esperaba un delicioso banquete.
Embelesados de tanta comida, los ratoncitos no se dieron cuenta que una señora los vigilaba sigilosamente detrás de las cortinas, y tan grande fue el susto que se llevaron, que de un golpe terminaron en la calle, hambrientos, asustados y tristes. “No te preocupes, amigo. Ya encontraremos un lugar donde podamos comer algo”, insistía el ratoncito de ciudad tratando de consolar a su compañero.
Nuevamente, anduvieron por un rato los ratoncitos hasta que por fin, encontraron un lugar repleto de comida. Se trataba de un restaurante de lujo, y con mucho cuidado, los dos animalitos se escurrieron entre las mesas hasta llegar a una que estaba repleta de manjares suculentos. Sin tiempo que perder, los ratoncitos se dispusieron a devorar todos los platos de la mesa, aunque desafortunadamente, el cocinero ya los había visto desde el momento en que entraron por la puerta.
Acercándose con cuidado, el cocinero estrelló contra la mesa su cuchillo, pero afortunadamente, el ratón de ciudad logró esquivar el golpe a tiempo. Alertados del peligro, los dos ratoncitos no tuvieron otro remedio que huir de aquel lugar a toda velocidad, y cuando se encontraron a salvo en la calle, el ratoncito de campo le dijo a su amigo:
– No lo tomes a mal, querido compañero. Cierto es que vives rodeado de lujos y cosas muy buenas, pero la ciudad no es para mí. Yo no podría vivir jamás en un lugar tan agitado y peligroso, y la verdad, prefiero mil veces mi humilde y pequeña casita en el campo antes que vivir nervioso todo el tiempo y temeroso por mi vida. A veces, es mejor disfrutar de la vida feliz y con poco, que contar con grandes comodidades y vivir asustado todo el tiempo.
Y así fue cómo el ratoncito de campo jamás volvió a saber de su amigo en la ciudad, y cada día de su vida lo pasó entonces en su humilde pero tranquila casita, feliz de la vida que había escogido para él.
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viernes, 20 de abril de 2018

MI PRIMER JUGUETE

Este fue mi primer juguete  llamado Maribeth de mi infancia que me regalo mi hermana cuando estuve pequeña con ella pase momentos lindos cuando jugaba con mis amigas del jardín recuerdo mucho a Maribeth cuando se me perdió .y la encontré de un buen tiempo.
Maribeth hasta hoy en día me acompaña cuando me voy a realizar mis practicas pre profesionales.
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martes, 17 de abril de 2018

Mis experiencias

Hola mi nombre es Elizabeth ,Ñahui  Ñahui actualmente vengo cursando el "V"siglo del programa Educación Inicial en el Instituto de Educación Superior Pedagógico Publico "Puquio".
yo elegí ser docente por vocación las razones que tengo es por que me gusta trabajar con los niños.

El año 2017 tuve una experiencia muy importante en mi formación profesional por que tuve la oportunidad de visitar a la Institución  Educativa  de Inicial  Aliaga N°153 "Ccollana"esta Institución esta ubicada en el barrio de Ccollana un barrio tradicional los padres de familia muestran interés en la formación de sus niños y niñas en esta oportunidad conocí a la maestra Iris Galindo ,Directora de la Institución Educativa  de Matara una buena maestra de gran criterio que me decepciono amablemente en la institución y a sido una guía para mi en reconocer la forma de la organización que tiene la Institución, así como también conocí a la maestra Luisa una maestra carismática por que hizo que ne sintiera como parte de la institución e incorporándome a los trabajos de los niños, su aula esta bien organizada cuenta con zonas donde los niño comparten el aprendizaje los sectores de juegos están bien organizados 

De igual manera agradecer a mis compañeras  que hoy  forman parte de mi vida profesional ,sigamos adelante se que nosotros logra remos nuestros sueños o metas que tenemos trazadas.
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